viernes, 20 de agosto de 2010

El ruego de un hombre en medio de su prueba.

Escuche un hombre en medio de la noche
Una noche de truenos y relampagos
Donde su voz era muy difícil de escuchar
No era una voz llena de jubilo
No era una voz llena de gozo ni alegría
No era una voz como de alguien a quien Dios hablara
No era una voz como de alguien en la paz del Señor

Era una voz de quebranto y angustia
Una voz que parecía no tener consuelo
Era una voz que no recibia respuesta
Era una voz como de alguien siendo agolpeado por piedras
Era una voz sufriente y grandemente melancolica.

Pero en medio de la obscura noche
En medio de su gemir
En medio de sus ruegos
Entre grandes sonidos de una noche tormentosa
Pude escuhar un fuerte
¡ALELUYA!

Pude escuchar a ese hombre gritar
¡Todo lo puedo en Ti, porque tu me fortalezes!
¡Tu estaras con migo siempre y no me dejaras!
¡Tu me abriaras una puerta y me salvaras!

Pude escuchar un grito fuerto que decía.

¡Castillo mio y mi libertador!

¡Hazme oír gozo y alegría,
Y se recrearán los huesos que has abatido.!

¡Esconde tu rostro de mis pecados,
Y borra todas mis maldades. ¡

¡Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí. ¡

¡No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.!

¡Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente. ¡

Y en medio de un silencio sepulcrar
Donde a pesar de que la noche tormentosa
Seguía como antes pude escuchar
Nuevamente su voz diciendo.

¡Pacientemente esperé a Jehová,
Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor!

¡ALELUYA!

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